martes, 5 de julio de 2011

Leyendas de Costa Rica: El Padre sin Cabeza

Pasado de copas subí a mi caballo
Que no me rechaza como el pueblo entero
Caminando entre la oscuridad de la cantina
A la casa donde ya nadie me espera despierto

Eran como las dos de la madrugada
Después de que me echara el cantinero
Donde ya el dinero no vale para un trago
Pero yo valgo por hombre y mujeriego

La luna nueva hacía más sombrío
Aquel trillo que para mi noche parece nuevo
No recuerdo nunca sus pasos pues es Amigo
Mi caballo, que me lleva como muerto en su cuerpo

De pronto sentí una pena tan honda en mi alma
Como mi pobre mujer tiene que sufrir mi desatención
No importa, pensé de nuevo
Mientras el viento corre a mi alrededor

Se escucha a lo lejos unas campanadas
El padre llama a misa tan temprano
Apenas para ir y dejarme llenar de fe
Será la condena para este borracho

Mi caballo brinca tan asustado y corre
Yo en el suelo lo miro alejarse tan rápido
¿Habrá visto al mismo Satanás?
Pendejo amigo, cambiare su nombre al rato

Sigo el repicar de aquella iglesia desconocida
Nunca en aquel trillo la había visto
Pero ahí esta entre los matorrales y palos
Sola para mi esperándome para empezar el rito

La luz tenue de la segunda hora de la madrugada
Unas velas apenas si alumbran su interior
Vacía de principió a fin solo el padre tocaba
Con el viejo órgano tonadas al Señor

No se por qué si era aquel momento casi santo
Un frío se apoderó de mis entrañas
Me temblaron las piernas, seguro era el guaro
Que nunca es bueno a las dos de la madrugada

Mis ojos cada vez más blancos de la impresión
Al divisar algo tan macabro como extraño
Aquella capucha café no cubre nada
Así como nada hay sobre su cuello humano

El demonio me ha topado en la casa sagrada
Para que tragos si el miedo no se quita igual
Correr o llorar, ser consumido por sus garras
¿Será una ilusión lo que veo o será real?

Contrario a lo que cualquier cuerdo hubiera hecho
Caminé hasta sus atrios esperando despertar
Pero mi corazón lóbrego sintió aquella
Presencia inquietante razón de maldad

Volviéndose aquel espectro maldito comprobé
Lo que a lo lejos solo parecía
Maldita hora en que lo mire
Maldita borrachera, maldita ermita.

Mutilado en el cuello, no se como gritaba
Con la voz del tártaro que le fortalecía
Corrí tan lejos como pude, orinado
Oloroso a excremento que me hice encima

No hablé por tres semanas desde aquel encuentro
Y guaro, a eso nunca más lo volveré a probar
Me llevó hasta la puerta del infierno
De la que no se como pude escapar

Cuentan que me encontraron en un trillo
Inconsciente y perturbado, indican con certeza
Huyendo, gritando como condenado al fuego eterno
Sufriendo aquel encuentro con el Padre sin Cabeza


2 comentarios:

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